domingo, 20 de octubre de 2013

La pirámide alimenticia vegana


Much@s se preguntarán qué hacer para seguir una dieta vegetariana o vegana, qué comer, pues siempre, desde el colegio, hemos tenido en nuestras mentes que debemos consumir productos animales: carne, pescado y productos lácteos; así, siempre, nos lo presentaron en la pirámide alimenticia. Sin embargo, hoy les traigo la pirámide alimenticia vegana, para que tengan una idea de cómo alimentarse sin causar maltrato animal y sin poner en riesgo nuestra salud.

Tenemos que tener en claro que la pirámide alimenticia vegana, también se distribuye por grupos, según su orden de importancia; he aquí la división:

  • Cereales (6-11 raciones diarias): pasta integral, arroz integral, pan integral, trigo, maíz, avena, centeno, quinoa, espelta, mijo, etc. Ejemplo de una ración: 1 rebanada de pan, 120 gr. de cereales cocinados o pasta y 2 cucharadas de germen de trigo.
  • Verduras y hortalizas (3 o más raciones diarias): zanahorias, espinacas, col, pimientos, apio, tomates, acelgas, papas, cebollas, arvejas, espárragos, coles, etc. Ejemplo de una ración: 1/2 plato de lechuga o similar, 50 gr. de vegetales crudos, 80 gr. de verdura cocida y 1 vaso de jugo vegetal.
  • Frutas y frutos secos (2 o más raciones diarias): naranjas, manzanas, plátanos, frutillas, mangos, paltas, peras, ciruelas, higos secos, etc. Ejemplo de una ración: 1 manzana, 1 plátano, 120 gr. de fruta troceada y 1 vaso de jugo de fruta.
  • Alimentos ricos en calcio (6 a 8 raciones diarias): brócoli, espinacas, leche de soya enriquecida, tofu, higos secos, almendras, sésamo, etc. Ejemplo de una ración: 1/2 vaso de batido de soya enriquecida, 60 gr. (1 lonja) de tofu enriquecido en calcio, 1/2 vaso de jugo de naranja enriquecido en calcio, 60 gr. de almendras, 240 gr. (un plato) de verduras ricas en calcio (brócoli, col, berza,...), 240 gr. de legumbres ricas en calcio (soya, porotos...) y 5 higos.
  • Legumbres y derivados (2 a 3 raciones diarias): garbanzos, lentejas, soya, tempeh, tofu, etc. Ejemplo de una ración: 1 plato de legumbres cocinadas, 120 gr. de tofu o tempeh, 3 puñados de nueces y 2 vasos de batido de soya.
  • Otros (1 a 2 raciones diarias): aceite de oliva, leches vegetales, jugos, hamburguesas vegetales, alimentos enriquecidos con vitamina B12 (como ciertas leches vegetales o algunos productos de soya).*
Siguiendo esta pirámide alimenticia vegana, tendremos una alimentación sana, balanceada, sin faltarnos ningún nutriente para nuestro organismo. Como es posible que en Chile no encontremos alimentos enriquecidos con vitamina B12, se aconseja consumir Spirulina en tabletas, buena fuente de este nutriente.

Por Cristina Valdivia.

*Fuente: Rodríguez, Toni (2011) Delicias veganas. Barcelona: Ed. Océano. 


viernes, 11 de octubre de 2013

Breve reflexión sobre el especismo


No juzgo a las personas que dicen amar a los animales no humanos e igualmente se los comen. A pesar de que lo encuentro una inconsecuencia, puedo entenderlo, ya que no siempre es fácil dejar de comer animales no humanos. Sin embargo, siempre me ha llamado la atención algunas personas que se mueven por la noble causa de luchar contra la caza de ballenas.

Much@s lloran, con justa razón, y sufren al ver las macabras cacerías de ballenas en nuestros mares; sin embargo, siempre me he preguntado ¿por qué no lloran con la misma tristeza ante la pesca diaria de millones de peces? De hecho, muchas de estas personas que defienden a los grandes mamíferos, no sienten ninguna lástima al servirse algún pescado. ¿Por qué ocurre esto? ¿Cuál es la diferencia que hace más especial a una ballena que a un pez? ¿El hecho de estar en peligro de extinción? ¿Su tamaño?

Si consideramos que la razón fuera estar en peligro de extinción, eso querría decir que si las ballenas llenaran las aguas saladas del planeta, no debiera importarnos su caza. Si la diferencia fuera su tamaño, estaríamos cayendo en un especismo, en donde, por ciertos atributos, consideramos a un ser vivo más "importante" que otro.

El término "especismo" fue introducido por primera vez por el psicólogo inglés Richard D. Ryder el año 1970, el cual plantea una discriminación moral basada en la diferencia de especie animal; en la humanidad, se enfoca en la superioridad que tendría el ser humano frente al resto de los animales no humanos, simplemente por ser un Homo sapiens, cayendo así en un antropocentrismo moral.

Por ende, podríamos definir al especismo como un prejuicio similar al sexismo, al racismo y al clasismo, donde, en el primero, simplemente se discrimina moralmente a un individuo por el simple hecho de pertenecer a otra especie. Y esto lo vivimos todos los días: comemos vacas, cerdos, pollos, entre otros animales, pero en la cultura occidental, no se nos ocurriría comer un gato o un perro. No importa si matamos una hormiga o un insecto, pero si el rey de España va de cacería con sus amigos a matar elefantes, nos indignamos. Y es en esos casos, donde caemos en el especismo. ¿Por qué la vida de una hormiga vale menos que la de un elefante? ¿Por qué si en una autopista, en la cual no puedo detenerme, atropello a un perro, sigo de largo? Pero, ¿si en la misma autopista, atropellara a un humano, pararía, a pesar de lo riesgoso que pudiera ser aquella maniobra?

Creo que la base para terminar con el especismo es un mínimo de empatía, ponernos en el lugar del otro. Tal vez, no podamos identificarnos con la vida de un cerdo o una vaca, pero para el resto de los animales no humanos su vida es importante en el mismo sentido básico que lo es para los animales humanos la nuestra. En general, todos los animales humanos y no humanos tenemos la capacidad de sentir, entonces, ¿por qué el dolor de un animal pequeño, ante nuestros ojos, es inferior a nuestro dolor?

Toda esta reflexión, me ha hecho recordar la siguiente parábola, que invita a ponerse en el lugar del otro:

EL JOVEN, LAS ESTRELLAS Y EL MAR 
  
Atanasio era un hombre entrado en años, inteligente, culto y con sensibilidad acerca de las cosas importantes de la vida. Solía ir a su cabaña de la playa, donde pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para sus libros. Tenía la costumbre de caminar antes de comenzar su trabajo. Un amanecer, mientras paseaba junto al mar, observó a lo lejos una figura humana que se movía como un bailarín. Se sonrió al pensar en alguien bailando para saludar al día.
 Apresuró el paso, se acercó y vio que se trataba de un joven. Comprobó que no bailaba, sino que se agachaba para recoger algo y suavemente, lanzarlo al mar.
A medida que se iba acercando, saludó: -¡Buen día, joven! ¿Qué está haciendo? El joven hizo una pausa, se dio vuelta y respondió: -Arrojo estrellas de mar al océano. -¿Por qué arrojas estrellas de mar al océano- dijo el sabio. El joven respondió: -Hay sol y la marea está bajando; si no las arrojo al mar, morirán. 
Pero joven –replicó el sabio- ¿No se da cuenta de que hay cientos de kilómetros de playa y millones de estrellas de mar? ¡Nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas! ¿Realmente piensa que su esfuerzo tiene sentido? 
El joven lo escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otra estrella de mar, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó: “¡Para aquella… sí, tuvo sentido!”

 Por Cristina Valdivia